La «serpiente monetaria» es el nombre que recibió la iniciativa adoptada en 1972 por la Comunidad Económica Europea para responder al hundimiento del sistema de Bretton Woods, que establecía tipos de cambio fijos para las monedas nacionales. Bretton Woods, que había sido establecido en las postrimerías de la II Guerra Mundial, había generado problemas al estar basado en el patrón oro-dólar, y finalmente Estados Unidos decidió decretar el fin de la convertibilidad que lo caracterizaba, obligando así a una reforma del sistema monetario internacional.
El propósito de la «serpiente monetaria» era garantizar la estabilidad de las cotizaciones cruzadas de las divisas de los países de la CEE. Para ello, establecía dos sistemas consecutivos:
A pesar de ello, los resultados que la serpiente monetaria trajo a colación no fueron muy positivos. Los desequilibrios entre las economías europeas derivaron en problemas aún mayores, impidiendo la efectividad del sistema establecido por la «serpiente monetaria». Tampoco permitía controlar de manera efectiva las devaluaciones y revaluaciones, ni las diferentes salidas y entradas del mecanismo de estabilidad cambiaria.
Es por ello que, tras la salida gradual de sus distintos integrantes, en 1979 se puso fin oficialmente a la aplicación de la serpiente monetaria, que dio paso al Sistema Monetario Europeo (SME).