07/02/2023
Tratado de Maastricht
El Tratado de Maastricht es uno de los grandes hitos de la construcción europea. Supuso el paso de la entonces Comunidad Económica Europea a la actual Unión Europea.

El 7 de febrero de 1992, los 12 Estados miembros (Bélgica, Alemania, España, Italia, Países Bajos, Grecia, Irlanda, Francia, Dinamarca, Luxemburgo, Portugal y Reino Unido) firmaban el histórico acuerdo, que entraría en vigor el 1 de noviembre de 1993. Desde entonces, el grado de integración europea y la colaboración entre los Estados miembros de la Unión ha recorrido un camino ascendente.

Maastricht supuso la reforma de los tratados anteriores, y articuló la llamada estructura en «tres pilares» de la Unión Europea: las Comunidades Europeas, núcleo de la integración política,​ y dos pilares que seguían un esquema de cooperación internacional «clásica»: la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC); y la cooperación en los ámbitos de la Justicia y los Asuntos de Interior (JAI). El Tratado fue firmado en el contexto del final de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania, con el telón de fondo del proceso de globalización que entonces despegaba.

El Tratado de Maastricht introdujo en el Derecho de la Unión la noción de ciudadanía europea, reafirmando el derecho de los ciudadanos de la Unión a circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros. Esta idea ya venía desarrollándose bajo el paraguas de la libertad de movimientos en el mercado interior, pero fue reforzada en clave civil junto con un conjunto de derechos que conforman el estatuto del ciudadano europeo.

En el momento de su firma, la Unión disponía ya de un marco institucional propio, conformado por el Consejo, el Parlamento Europeo, la Comisión Europea, el Tribunal de Justicia y el Tribunal de Cuentas. Sin embargo, el Tratado añadió a ellas un Comité Económico y Social y un Comité de las Regiones, ambos con funciones consultivas. Asimismo, estableció el Banco Central Europeo y el Sistema Europeo de Bancos Centrales, cuyo principal objetivo sería el de mantener la estabilidad de precios.

Simultáneamente, el Tratado de Maastricht allanó el terreno para la creación de una moneda única: el euro. Ya en 1989 se acordó un proceso de transición en tres fases, que el tratado estableció de manera oficial. Desde 1999 hasta hoy, nos encontramos en esta tercera etapa, consistente en una introducción gradual del euro y la puesta en marcha de una política monetaria única, dirigida por el BCE. De igual manera, el tratado introdujo reglas para asegurar la estabilidad de precios, conocidas como criterios de convergencia, referidos, entre otros, a cuestiones como la inflación y la deuda pública.

Modificaciones

La arquitectura legal introducida por el Tratado de Maastricht ha sido modificada posteriormente a través de los Tratados de Ámsterdam (en 1997), Niza (2001) y Lisboa (2007), con los que la Unión Europea ha ido adquiriendo su actual configuración como actor político supranacional. En particular, tras el Tratado de Lisboa, la mencionada estructura de «tres pilares» quedó definitivamente superada, proclamándose la personalidad jurídica única de la Unión.

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